lunes, 13 de diciembre de 2010

BUENOS PARA ABURRIR

Semana grande para los culés. Empezaron hinchando el pecho con su balón de oro “made in La Masía”. A mitad de semana lucieron orgullosos la nueva camada de la factoría del tiki-tika y por último, pasaron por encima de la Real Sociedad sin despeinarse. Todo ello, con la naturalidad habitual con la que ese club asimila el éxito desde la llegada de Guardiola.

Sobre el balón de oro, he de decir que no soy especialmente fanático de los premios individuales. En mi opinión, generan un teatrillo más propio de HOLLIWOOD que de un deporte de equipo como es el fútbol. Además fomentan esa insidiosa lucha de egos, que a menudo nos hace ver a los futbolistas como niños mimados, irremediablemente imbéciles, que no parecen necesitar a su abuela. En este caso, nada de eso ocurre con los tres nominados al balón de oro. Quizá porque ninguno de los tres se lo hayan planteado como una meta, o a lo mejor porque ninguno de ellos se cree realmente el mejor del mundo, o bien porque entienden el fútbol como un deporte colectivo en el que los éxitos relevantes son las victorias de su club, o simplemente porque no tienen la necesidad de reforzar su ego con un premio individual. Los actuales nominados al balón de oro (Iniesta, Xavi y Messi, por si alguien ha estado en Marte durante la última semana), atribuyen a su club de toda la vida el reconocimiento individual que les brinda el mundo del fútbol. Sin aires de grandeza, con orgullo, pero sin prepotencia, así reciben su galardón. Y yo lo celebro, bajo mi humilde punto de vista, los tres mejores jugadores del mejor equipo de la historia.

Respecto al partido del domingo y la liga en general, tras el disfrute habitual con esa ráfaga de fútbol de salón del Barcelona, cada vez más coordinado, más eficaz, quizá cada día mejor; me sentí mal conmigo mismo. Lo confieso: en ocasiones me aburro viendo al Barça. No en el tramo inicial, donde se hace difícil seguir con la vista el balón desde el sofá, los rivales parecen conos y el Barça juega con catorce. Para mí Messi, Iniesta y Xavi cuentan por dos.

Sin embargo, tras la tempestad llega la calma, el Barça se apiada del contrario (salvo que el contrario sea el Madrid) y el partido se convierte en un rondo gigante carente de emoción. Y que quieren que les diga, para un asiduo a la ribera del Manzanares el fútbol sin emoción es algo extraño. Ellos no tienen la culpa de ser tan buenos, tampoco creo que los contrarios sean tan malos, pero la verdad es que en ocasiones son tan buenos que aburren.

Quien me iba a decir que ser testigo del mejor equipo de fútbol de la historia también tiene inconvenientes. En fin, la cosa es quejarse.

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